lunes, 14 de marzo de 2011

Con Jaime en Västeras

Bueno aunque ya voy con un poco de retraso, pero tengo que actualizar, esto porque se me acumulan las experiencias que contar. hace ya un tiempo que Jaime estuvo aquí y estuvimos de visitas culturales en algunos sitios.


En segundo día después de que el primer día tuviéramos que sudar los insudable por subir la maleta hasta la residencia, nos dirigimos a hacer turismo por el centro de Västeras, la que ahora es mi buena ciudad. Durante el camino que bajamos andando, Jaime estaba tan emocionado con la nieve que solo quería hacer ángeles en ella.




 Así seguimos caminando hacia el centro de la ciudad, con nuestra guía en el bolsillo tratando de culturizarnos y empaparnos de los monumentos y cosas guays que hay aquí que son unas cuantas, como la catedral por centro y por fuera.




Cuando seguimos caminando por las calles del centro nos encontramos como un show de unos niños haciendo hockey sobre hielo con un hombre que tenía un micro y decía cosas en sueco que evidentemente no nos entrábamos de nada de lo que decía pero era divertido, esta ciudad empezaba a tener vida en la calle, algo que cuando llegamos parecía imposible debido al frío y a la nieve, que por cierto ya va quedando muy poquita.


En esa misma plaza había un puesto callejero en el que se vendían como cacharros (si parece que había vida ¿veis?)




También nos hicimos las típicas fotos de los turistas en los paisajes más típicos de aquí que la verdad, son preciosos, aunque seguro que un día de sol serán todavía más. Es la típica calle que sale en todas las postales con el río helado o con el río líquido (hay para todos los gustos).


Al final de este día pasamos por la universidad (de la que Jaime quedó encantado por las tecnologías que emplean para imprimir, fotocopiar etc...) y como no habíamos visto nieve suficiente decidió sentarse en un banquito cual abuelo a verlas venir.




No cayó en la cuenta de que cuando se levantase tendría el culete empapado puesto que la nieve, aunque no lo creáis moja también! jajajajaja, fue muy divertido.


Y así termino este maravilloso día de turismo por Västeras.


Los días que siguieron tampoco tuvieron desperdicio, al día siguiente nos pusimos en camino en compañía de Gon al Ikea! Si sí un IKEA sueco (que vamos son todos igual en España en Suecia o en la Conchinchina) o eso creo yo porque el de España no tiene nada que envidiarle a este. Bueno mejor dicho, lo único que podría envidiarle son l@s wap@s dependdientes rubios que atienden o a veces morenos de bote, porque aquí al contrario que en España, la gente se tiñe de moreno en vez de rubio. Ya sabemos, siempre queremos lo que no tenemos...en fin, que nos fuimos al IKEA.



También en compañía de Gon nos hicimos una escapadita al Lago Marälen, vamos el que está aquí en esta ciudad, pero de camino nos encontramos con algo curiosísimo que hay en esta ciudad, y es que hay un hotel encima de un árbol, solo tiene una habitación y por lo visto te suben la comida y eso con unas poleas y una cuerda que hay pero lo que desconozco es cómo te suben a ti para que puedas dormir allí arriba, quizá sea mediante la polea esa, ni idea.



Así llegamos al lago que cómo no estaba congeladísimo y pudimos caminar por encima e incluso la gente había esquí de fondo...




Pues hasta aquí este día.

Otra cosa diferente que hicimos durante la estancia de Jaime fue que asistimos a un partido de Hockey sobre hielo, fue algo emocionante, cuando llegamos al estadio, no había ambiente de partido fuera del estadio, de hecho dudamos que hubiera partido porque no había millones de coches ni de bicis ni se oía ruido alguno (si es que estos suecos son silenciosos para todo). Pero finalmente encontramos el lugar correcto y en cuanto entramos flipamos, que ambientazo, todo el mundo cantando y animando al equipo local, del que en ese momento nos hicimos supporters! Todo el partido animando, un tío con un megáfono que empezaba las canciones... Pero hubo varias cosas que me llamaron la atención, los cambios de los jugadores se producían cada pocos minutos y por ello se dejaban la piel en el campo, además se metían unos empujones tremendos, era ensordecedor el estruendo cuando alguno chocaba contra el cristal. Y la última cosa que me sorprendió es lo largo que es el partido, hay como 3 tiempos de 20 minutos cada uno pero entre ellos el descanso dura 17 minutazos y si encima quedan empate juegan otros 5 minutos pero en este caso solo 4 jugadores de campo. Al final del partido, el equipo local ganó y los espectadores enloquecieron.



Y hasta aquí la visita de Jaime por Västeras, en la próxima entrada Estocolmo...